Erika tomó la mano de su madre, mientras la adolorida señora intetaba aferrarse a la vida.
- ¡No mamá! No te mueras... por favor. No en navidad.
Erika se levanta del suelo, seca sus lagrimas con su bata de dormir en un gesto de profundo dolor, como tratando de desprenderse las retinas para evitar ver la dolorosa escena. la joven peliroja camina hasta la puerta, un pequeño rectangulo frio y descuidado que se cae a pedazos, baja unas escaleras atropeyadas por las grietas que empiezan a comerse su estructura, se dirige a un teléfono rojo, pequeño y destartalado, levanta el auricular con la torpeza del miedo.
- No sirve, no sirve, no sirve, no sirve.
Tratando de mantener la calma, la desafortunada quinceañera va de un lado al otro, como si con eso lograse devolverle la vida a su madre, esa vida que minuto tras minuto va dejando el cuerpo regordete de una dama de cincuenta y tantos años. En la cara de Doña Elisa se puede ver el dolor, no por su caída mortal sino por el pasado que carcome la mente y la vuelve estiercol fresco.
- No quiero morir así, no después de todo. - piensa la mujer.
En su mente pasan recuerdo de su vida: cuando su esposo la dejo por la sexy secretaria, cuando perdió a su hijo a causa de la tuberculosis.
- Que miserable es la vida, que linda es la vida, que, que, que dolor tengo ¡Maldita viga! ¡Erika! No te quiero afanar pero me duelo un poco la cintura - decía la señora como si fuera un ridículo dolor de cabeza.
- Va mamá, no sirve ese teléfono. - erika habla como si quisieran llamar a la amiga de la cuadra - ¿Donde busco?... ¡Mamá!
- Doña Elisa haciendo un esfuerzo sobrehumano - Vuelve a intentar con el teléfono, de seguro se volvió a quedar sin tono. mldita tecnología. ¡Busca el telégrafo!
- Erika al borde de un ataque de nervios - No se clave morse, me ire hasta el centro en caballo.
- ¡No hija! las vias deben estar estropeadas.... ¡Hija se acaba el aceite de la lampara! Trae más aceite o mira si ya hay energia electrica. a si misma. Todo era sencillo cuando yo era joven... sin luz, sin teléfonos, sin nada de esos lujos. Dirigiendose a Erika. ¡Mi vida, te amo! No olvides la comida para quiron....
una pausa congela el tiempo, los sonidos de pedazos de cemento cayendo se disipan. Erika sube a toda prisa evitando caer por culpa de los escombros. Llega a la destrozada habitación y se queda pasmada al ver el cuerpo inherte de su madre, frio y azul, sin vida.
- Eerika quedá desgarra y deja caer una lagrima, se dirige y cubre el cuerpo se su mamá. Te amo, eres mi mejor amiga
Es un momento difícil para Erika, pero no sabe que su vida ha cambiado ahora. Su madre no alcanzó a dejar comprometida con un caballero de buena cuna, no tiene más familiares y sólo dispone de un caballo y el legado del trabajo de su madre, ser costurera.
- ¡No mamá! No te mueras... por favor. No en navidad.
Erika se levanta del suelo, seca sus lagrimas con su bata de dormir en un gesto de profundo dolor, como tratando de desprenderse las retinas para evitar ver la dolorosa escena. la joven peliroja camina hasta la puerta, un pequeño rectangulo frio y descuidado que se cae a pedazos, baja unas escaleras atropeyadas por las grietas que empiezan a comerse su estructura, se dirige a un teléfono rojo, pequeño y destartalado, levanta el auricular con la torpeza del miedo.
- No sirve, no sirve, no sirve, no sirve.
Tratando de mantener la calma, la desafortunada quinceañera va de un lado al otro, como si con eso lograse devolverle la vida a su madre, esa vida que minuto tras minuto va dejando el cuerpo regordete de una dama de cincuenta y tantos años. En la cara de Doña Elisa se puede ver el dolor, no por su caída mortal sino por el pasado que carcome la mente y la vuelve estiercol fresco.
- No quiero morir así, no después de todo. - piensa la mujer.
En su mente pasan recuerdo de su vida: cuando su esposo la dejo por la sexy secretaria, cuando perdió a su hijo a causa de la tuberculosis.
- Que miserable es la vida, que linda es la vida, que, que, que dolor tengo ¡Maldita viga! ¡Erika! No te quiero afanar pero me duelo un poco la cintura - decía la señora como si fuera un ridículo dolor de cabeza.
- Va mamá, no sirve ese teléfono. - erika habla como si quisieran llamar a la amiga de la cuadra - ¿Donde busco?... ¡Mamá!
- Doña Elisa haciendo un esfuerzo sobrehumano - Vuelve a intentar con el teléfono, de seguro se volvió a quedar sin tono. mldita tecnología. ¡Busca el telégrafo!
- Erika al borde de un ataque de nervios - No se clave morse, me ire hasta el centro en caballo.
- ¡No hija! las vias deben estar estropeadas.... ¡Hija se acaba el aceite de la lampara! Trae más aceite o mira si ya hay energia electrica. a si misma. Todo era sencillo cuando yo era joven... sin luz, sin teléfonos, sin nada de esos lujos. Dirigiendose a Erika. ¡Mi vida, te amo! No olvides la comida para quiron....
una pausa congela el tiempo, los sonidos de pedazos de cemento cayendo se disipan. Erika sube a toda prisa evitando caer por culpa de los escombros. Llega a la destrozada habitación y se queda pasmada al ver el cuerpo inherte de su madre, frio y azul, sin vida.
- Eerika quedá desgarra y deja caer una lagrima, se dirige y cubre el cuerpo se su mamá. Te amo, eres mi mejor amiga
Es un momento difícil para Erika, pero no sabe que su vida ha cambiado ahora. Su madre no alcanzó a dejar comprometida con un caballero de buena cuna, no tiene más familiares y sólo dispone de un caballo y el legado del trabajo de su madre, ser costurera.
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